viernes, 7 de agosto de 2009

EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

Durante las horas de formación y adquisición de conocimientos hemos escuchado que todas las personas somos de una u otra forma neuróticos, pero hay situaciones que nos pueden llevar a lo que en patología se conoce como neurosis. Hay seres humanos a los que les toca vivir momentos muy difíciles en sus vidas, que si no han perdido la razón es por pura misericordia de Dios (dirían los creyentes).
El relato de lo que vivió el doctor Viktor E. Frankl, hace que mi memoria evoque el recuerdo de aquellas películas que he tenido la oportunidad de ver y que al mirarlas el corazón “se hace un puño”, y por qué no decirlo nos lleva hasta las lágrimas. Pero todo esto viéndolo desde el punto de vista de nuestros sentimientos como seres humanos y que de una u otra forma nos hace solidarios con ese dolor.
Como estudiante de psicología, debo enfocar más mi atención al tipo de reacciones y comportamientos que se dieron en el momento en que los judíos: perdieron la libertad, estuvieron en cautiverio, el instante en que fueron liberados y después de ésta. Paso a paso en el relato una persona puede imaginar (de alguna manera porque solo el que vive la situación puede experimentar realmente lo que siente) lo que estas personas vivieron.
Es lógico que a una persona que enfrenta un momento traumático fuerte entre en shock, y hasta cierto punto llegue a pensar en que lo que en ese instante le sucede es algo real o es una pesadilla de la que quisiera despertar y no puede; aumentando aún más su desesperación. Una vez que el sujeto se da cuenta que lo que está experimentando no es algo imaginario, sino que le sucede, éste entra a un estado de desesperación al principio llegando poco a poco a perder de alguna manera la fe y empieza a sacar mecanismos de defensa como la apatía por todo aquello que vive y le rodea.
Durante el período en que el sujeto está en cautiverio, empieza por estar sin libertad el cuerpo, luego pasa a no sentirse con al ánimo de soñar con la libertad porque hasta su mente se cautiva, esto le sucede sobre todo, a aquellos que se dejan dominar por la desesperanza debido a que pierden la fe de lograr la ansiada libertad algún día o porque simplemente no evocan el recuerdo de alguien o algo que les está esperando y que son ellos claves para continuar o concluirse, aquí cabe traer a colación la frase de Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir encontrará casi siempre el cómo”.
Esto es aplicable a nuestras vidas porque solamente cuando se tiene el aliciente de alguien o de algo encontramos la forma de salir adelante y lograr aquello que ansiamos, que no necesariamente debe ser algo material, en primera instancia, es lograr un equilibrio emocional primero para luego poder desarrollar relaciones interpersonales exitosas que algunas de ellas pueden conducir (porqué no) a un éxito material.
El cautiverio emocional que se desarrolla en las personas como producto de las escenas horribles que les toca vivir, provoca apatía por todo lo que le rodea, con tal impasibilidad mira las cosas que pareciera que ni se inmuta de aquello que pueda observar. Pero aunque te encuentres como te encuentres, lo que te dicen duele mucho más que lo que te hagan, eso te taladra más la mente.
Lo plausible, es que aún pasando momentos muy difíciles, las personas tengan la fuerza de aconsejar a otras para que continúen, y darles ese aliento que necesitan para lograrlo. A pesar de que en el fondo ellas también tengan que estar luchando día a día por mantener viva la llama de la esperanza. En el caso del Dr. Frankl, considero que la fe en un ser supremo que transmitía la energía positiva le ayudó de manera suprema en todos los momentos que se vio privado de su libertad. Tener la certeza de que ese ser supremo en el que se cree, ayuda y trae un “bálsamo” a los afligidos que pueden experimentar cierta paz aunque se viva una “tormenta”. Es decir que espiritualmente se sienten libres aunque físicamente lo estén.
Al leer paso a paso este escrito, se puede captar que el sujeto va de a poco cambiando su conducta y más que acomodarse a la forma de vida que les está tocando experimentar, se mentaliza en la posibilidad de sobrevivir, por ello analiza situaciones y pone en práctica actitudes y comportamientos que le ayuden a lograrlo, por ejemplo cuando Frankl aplaudía a rabiar y evitaba reírse en los momentos que “el capo asesino” recitaba sus poemas, lograba de esa manera ganarse la simpatía de uno de los más temidos hombres del capo de concentración en el que él se encontraba, a esto le llaman autocontrol, ahora lo conocemos como inteligencia emocional.
Es muy saludable que a pesar de estar con el ánimo por los suelos, saquemos fuerza para tener un momento de humor, ya que éste es un buen medicamento para levantarlo, en momentos de tanta desesperanza es bueno también, tener un espacio a solas para reflexionar y poder apreciar en la naturaleza cosas que nos hagan soñar de nuevo.
En mi caso, muchas veces cuando estoy con “mis bajones” me ayuda a cambiar mi estado de ánimo, el extasiarme con todo lo bello que Dios nos ha dado para observar y me maravillo contemplando los diferentes matices de colores verdes de la vegetación, comprobar que aquellas vetas platas en el mar que plasman los pintores en los cuadros las puedo disfrutar en las playas de mi ciudad (pero se ven más hermosas), escuchar el trinar de los pájaros en el amanecer, etc, etc, transmite una energía positiva que me motivan e inspiran.
A todo este drama que lamentablemente vivió este personaje junto muchas personas, se le debe el aporte de una nueva forma de terapia psicológica: la logoterapia, que no es una labor de docencia ni de estar predicando, ésta intenta hacer al paciente plenamente consciente de sus responsabilidades, dejándole la opción de decidir: porqué, ante qué o ante quién se considera responsable. El logoterapeuta no debe verse tentado a imponerle juicios de valor al paciente, ni permitir que le endose al médico la responsabilidad de juzgar.
En la logoterapia, quien la practica es el encargado de concienciar a su paciente de que la vida debe mirarla con una óptica diferente a como lo está haciendo, y lograr que sea significativo para él todo espectro de las significaciones y principios. Como decía Nietzsche, “quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”, porque se le puede encontrar sentido a la vida a partir de una tensión interna y no del equilibrio interno.
Los terapeutas no deben temer aumentar las cargas a sus pacientes ya que de esta manera se fortalecen la salud mental y les lleva a orientarse hacia el sentido que tienen sus vidas, entendiendo su misión, para qué está aquí y hacerse consciente de que ese algo solo lo pueden realizar ellos y nadie más, que tiene la gran responsabilidad de hacerlo, además que la oportunidad de realizarlo no se va a repetir porque el presente puede considerarse ya un pasado, y al pasado no lo podemos corregir. Es indispensable para esto que haga suya esta máxima “Vive como si estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar”.
De acuerdo al trabajo de investigación que realizó entre sus pacientes Frankl, determinó que el 55% de ellos presentaban un vacío existencial, siendo en algunos casos una causa de suicidio. Esta frustración existencial se puede presentar como una compensación sexual y en los casos de vacío existencial se ven que la libido sexual se torna agresiva. La logoterapia nos indica que para descubrirle el sentido a la vida podemos hacerlo: al realizar una acción, al tener algún principio o por el sufrimiento (en el caso de los cautivos en los campos de concentración).
Como dice el texto, está claro lo de realizar una acción, en cuanto a tener algún principio como el sentir amor por alguien o por algo por ejemplo, logra que en la persona se despierte ese deseo de luchar contra la adversidad. Y tercer modo de buscarle sentido a la vida es el sufrimiento, al ser humano no le gusta que aquellos a quienes ama sufran, así que si saben que con el sufrimiento que experimentan en ese instante han evitado que lo sufra su ser amado, les reconforta el saber que le han evitado ese trago amargo, lo que le ayudará a superar ese sufrimiento.
Ha sido muy interesante la lectura de este texto, nos ayuda a conocer un poco más acerca de las conductas que adopta el ser humano ante las diferentes circunstancias que le toca vivir, ya que el aporte del Dr. Viktor E. Frankl no es solo su experiencia personal y la de sus compañeros de cautiverio, sino que ya nos da pautas a seguir por los tratamientos que le aplica a sus propios pacientes, concienciándonos que la psiquiatría debe ser más humanizada, en nuestro caso como psicólogos debemos ver a nuestros consultantes como a seres humanos y no como a meras máquinas.
Y, lo que sí es indiscutible que todos tenemos una parte positiva y otra negativa en nuestro interior, pero lo importante es desempolvar esos valores que nos llevarán a tomar las decisiones correctas para no dejarnos llevar por las condiciones en las que nos encontremos. A los creyentes, que la fe que se tiene en ese Ser Supremo sea el motor que le lleve a encontrar el verdadero sentido a su existencia y que el hacer algo, el amor a realizarlo y evitar el sufrimiento de pensar porqué no lo hice, nos impulse siempre a buscar conseguir nuestros objetivos.

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