lunes, 27 de julio de 2009

LO QUE HACEN LOS MEJORES PROFESORES UNIVERSITARIOS.

Ken Bain plasma en su obra algunos pasos que deberían seguir los profesores universitarios: cómo impartir sus clases, lo que deberían evitar y hasta la manera de estimular a sus pupilos. Particularmente me identifico con la idea de que, los docentes deben tener:

  • Actitudes
  • Fe
  • Predisposición
  • Compromiso

Solamente si existe una buena actitud del profesor guía de la materia hacia ésta, los alumnos al percibirla se contagiarán de ella (actitud), lo que será un punto a favor, ya que le pondrán la fe de que culminarán con éxito el estudio planificado, por lo tanto habrá una buena predisposición para absorber los conocimientos (porque perciben también la predisposición a enseñar), y de manera espontánea surgirá el compromiso de asistir, investigar más para construir las clases.

Respecto a este último punto me quiero referir un poco más, “construir la clase” es una frase que se dice, pero que lamentablemente pocos son los profesores que la practican. Por experiencia vivida junto a compañeros de aula ésta forma de enseñanza sí que resulta, particularmente puedo decir que, aún recuerdo al profesor de primer año de comunicación que empleaba la mayéutica como método de aprendizaje, y al leer el texto, mi mente se remontaba a aquellos días de enseñanza, añorando como siempre lo he manifestado que nuestra facultad y toda la universidad tengan más profesores como él.

Mi memoria evoca la frase “saltó la trampa” que empleaba para indicar que la respuesta correcta ya se emitió, y trae recuerdos de imágenes de horas de clases en que mis compañeros se interesaban por aprender para poder participar y ser parte de ese aprendizaje en grupo, profesores como aquel son los que marcan de manera positiva a sus educandos, sin que ellos se den cuenta muchas veces, pero quienes les rodeamos percibimos ese cambio. Suelo decirle a una compañera que siempre recuerdo el antes de (el profesor X) y el después que se mantiene todavía.

Profesores de ese “calibre” van desempolvando valores escondidos que luego no se vuelven a esconder sino que se mantienen. Este tipo de personas comprometidas con la enseñanza y formación de nuevas generaciones es importante que se “clonen” con la finalidad de lograr conseguir una generación de estudiantes con un verdadero interés de aprender, de poner en práctica lo aprendido y lo más importante, no quedarse con ese conocimiento sino que lo comparta con otros y sea parte de una solución social.

No quisiera imaginarme a un profesor arrogante tratando de competir con sus alumnos, peor aún a aquellos que no aceptan cuando su pupilo le dice que está equivocado, admiro a aquel profesor que dice “eso no está en mi contexto”, “eso no es mi fuerte”, “no sabía que eso era así, pero qué bueno que nos ayudas a conocer algo más”, y me he encontrado con ese tipo de profesores, que les gusta que sus estudiantes les obligue a ellos a seguir investigando y formándose cada día para darle más a sus alumnos.

Pero también es cierto que nos hemos tropezado con el otro lado de la moneda, el profesor cómodo, que influye negativamente en los alumnos porque baja su nivel de predisposición al estudio, por lo tanto cambia de actitud (se hace dejado) y deja de lado todo compromiso de “construcción” (mientras dure la clase con el maestro), sobre todo va haciendo el hábito de pedirle el día libre por cualquier pretexto porque definitivamente se perdió totalmente el interés de asistir, porque en la mente se forma el criterio que a la final ese tiempo que se va a “perder” es mejor emplearlo en otra actividad más productiva.

Y es que definitivamente si no existen los “ingredientes” mencionados en los primeros párrafos de este ensayo. Tanto de parte de quien imparte una cátedra como de los alumnos, no se conseguirá formar un equipo de trabajo que conlleve al éxito que tanto del maestro como del alumno desean. El éxito para el profesor más que sacar un grupo con altas calificaciones, es entregar a la sociedad a personas con el conocimiento para enfrentar los retos que su profesión le imponga, y para el estudiante el éxito es haberse capacitado para enfrentar esos retos, haciendo de ese conocimiento su principal herramienta, y ésta nadie se la puede quitar.

Es verdad que solamente cuando un profesor se entrega a la causa de la docencia, siente preocupación por explicar con claridad, con la finalidad de transmitir ese conocimiento, les trata a sus alumnos con justicia, preocupación y compasión (en algunos momentos difíciles que puedan estar pasando), yo aumentaría el que se solidariza con el alumno (no que le alcahuetea). Es lamentable que alguien trabaje en la docencia porque le tocó, o porque necesitan de ese mensual, estas circunstancias no permiten que sean profesionales en lo que hacen ni sean comprometidos, son de los que trabajan a la final por un sueldo y no por amor a lo que hacen.

Aunque el texto hace referencia exclusivamente a los profesores universitarios, me atrevo a manifestar que se debe profesionalizar (por llamarle de alguna manera) a los profesores de los diferentes niveles de educación a los que los individuos tenemos acceso, y aunque no comulgo con el Presidente de turno, si estoy de acuerdo que se deben evaluar a los profesores, pero a todos, y a cada uno de acuerdo al nivel de enseñanza en los que imparten sus conocimientos y también de acuerdo a la materia.

Seleccionando para ocupar cargos de profesores solamente a aquellos a quienes realmente tengan el conocimiento acorde a las actuales exigencias que nos hace un mundo globalizado que cambia a pasos agigantados, aumentando el ingrediente de la pasión por enseñar y formar alumnos competitivos, acordes a la exigencia actual. Tarea que se debe realizar más que por satisfacción personal, por el compromiso de formar cada día más a mejores individuos con responsabilidad social que contribuyan al desarrollo no solo de su ciudad y provincia sino que pasen las fronteras.

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